jueves, 18 de noviembre de 2010

Cruz Felipe Iriarte

Vine al mundo el 14 de Septiembre de 1922, en la Guaira Estado Vargas, mi nombre de pila es Luis Felipe Iriarte, mis primeros pasos en materia musical se remontan a 1940, con el profesor Juan Bautista Marcano; posteriormente ingreso a la Escuela Superior de Música de Santa Capilla, donde recibo clases de teoría y solfeo y armonía con los Maestros Vicente Emilio Sojo, Primo Mosquini, Antonio Estévez y Salvador Llamoza.para mantener mis estudios realizaba trabajos de albañilería y carpintería, a partir de mi educación musical recibida comienzo a disfrutar de las inmensas alegrías que me dará este arte, comienzo a realizar mis primeras composiciones y me dedico a la formación y dirección de orfeones, corales y estudiantinas tales como: el Orfeón de la Electricidad de Caracas, Orfeón del Instituto Puerto de laGuaira,Orfeon del Cuerpo de Bomberos del Distrito Capital y la Estudiantina de la Escuela Náutica de Venezuela, entre otros. Mi actividad como profesor me ha permitido impartir mis conocimientos en las distintas escuelas municipales del Estado Vargas, en El liceo José María Vargas, El Instituto de Comercio Licenciado Aranda y la Escuela de Formación de la Policía Metropolitana, en Caraballeda. En la actualidad soy profesor de cuatro y guitarra popular en la Escuela de Música Pablo Castellano y Director del Orfeón del Instituto Autónomo Aeropuerto de Maiquetía Simón Bolívar. Entre mis composiciones podemos mencionar: Juana y José, El Frutero, La Negra Dorotea, Esperanza, Creí, El Guaireño, Hortensia, Te Amare, Imposible Lagrimas Tristes, El Negrito Juan y Esto es La Guaira.

Alirio Diaz

En qué edad andaría yo cuando eche mano al cuatro? Sin duda, debí andar flotando por sobre las vaguedades de los sietes y nueve años, cuando ya tocaba ese instrumentos y aprendí a solas un popular valse venezolano,” El ausente”. Pero antes, a lo largo de mi infancia, varios factores del vivir de mi familia hubieron de contribuir afirmativamente a conformar esa sensación musical infantil, aunque los puedo comprender y explicar acudiendo únicamente a la imaginación y la tradición. Aprendí “El ausente” de oído, a fuerza de escucharlo durante los tres días que duraban las fiestas patronales de la Candelaria, interpretado por la banda “Lara” de Carora en las retretas, en los bailes y en la pulpería de mi padre. Pero el hecho de que lo tocase solo en el cuatro, un instrumento que ere entonces esencialmente acompañante y nunca melódico, quizás revelaba que mis instintos musicales estaban más atraídos por la melodía que por el rasgueo tonal. Imitaba cuanto hacían en el cuatro mi hermano Atanasio y Don Chepe Riera. En uno de mis encuentros con este ultimo me desafío a modo de broma “Vamos a ver si eres capaz de tocar esto”. Y se puso a tocar “La mula rucia” haciendo uso solamente del dedo índice de la mano izquierda yo lo imite repitiendo fielmente tal como él lo ejecutaba. “Y de esta otra manera”, continuo con la misma pieza, pero ahora en otro punto (tono), y yo volví a imitarlo fielmente. Desde entonces empecé la conquista de piropos en la aldea, y eran merecidos: había pasado con buenas calificaciones en aquel que vino a ser mi primer examen de admisión al mundo de la música. Al poco tiempo, entre los once y doce años de edad, le eche mano a la guitarra de mi hermana Angela, si bien en la realidad y en la practica el instrumento era de toda la familia una tribu en la que casi todos mis hermanos ¡once en total! Y mis padres lo pulsaban día y noche. Como se ve, tenía que ser a la fuerza una guitarra polígama. Curiosamente, en la candelaria el instrumento gozaba de muy especial popularidad en los años de mi infancia, y desde mucho antes en numerosos hogares se habían escuchado punteos y rasgueos, desde abuelos y bisabuelos hasta los últimos vástagos familiares. Lo propio había ocurrido en nuestra casa, en donde comencé a trastear la guitarra, siempre solo, teniendo como única guía artística el propio instinto. Note a mi favor que muchos acordes tenían posiciones idénticas a las del cuatro y observando como lo hacían mis parientes ¡menos mi padre, por ser zurdo!, fui añadiendo en los tonos los dos bajos del cordaje guitarrístico. A excepción de un solo acorde, precisamente el de la dominante de mí, todos los demás no fueron difíciles de vencer, y fue ese el único para el que tuve que pedir orientación: me fue dada por mi prima Alba Julia.  Tomado del libro: Al divisar el humo de la aldea nativa: Alirio Días   

martes, 9 de noviembre de 2010

Quinteto Contrapunto

Contrapunto:Es la escritura musical utilizada para componer música polifónica mediante el enlace de dos o más voces. Bajo esta técnica se forma un grupo musical de cinco voces llamado Quinteto Contrapunto, integrado  por el barítono Rafael Suarez en la dirección y los arreglos, el tenor Jesús Sevillano, Morella Muñoz y Aida Navarro mesosopranos, bajo vocal Domingo Mendoza. También fueron parte de esta agrupación las mesosopranos María Auristela Guanche, y Glory López. Así en año 1.962 nace el Quinteto Contrapunto, en pocos meses su éxito fue rotundo Contrapunto logra estilo propio, llegando  incorporar a la música popular Venezolana, la metodología y el tratamiento de la música académica. Para el momento de la aparición del Quinteto Contrapunto en Venezuela no se acostumbraba realizar concierto de música popular Venezolana, esto no fue obstáculo para el Quinteto Contrapunto e incluso fueron conocidos en toda América y Europa. Su primer disco llego a tener tal éxito que fueron vendidas 50.000 copias, solo en Venezuela, a partir de ese momento su aporte a la música Venezolana fue invaluable, dando origen a la aparición de innumerables seguidores de la tradición musical del Quinteto Contrapunto. De su corta pero fructífera vida el Quinteto Contrapunto produjo cinco discos, se grabaron los 4 primeros bajo el sello polidor y el número cinco con el sello vida record.

Ignacio "Indio" Figueredo

Naci el 31 de julio de 1.899 en un fundo denominado: Algarrobitos, Cunaviche Estado Apure mis padres fueron María Luisa Figueredo y Francisco “Pancho” López, fue mi Madre quien  apoyo desde que yo era muy niño mi vocación por el arpa apureña. Pancho López, mi padre fue un buen ejecutante de la bandola y la mandolina, instrumentos que tocaba en los bailes de los caseríos llaneros con él aprendí desde muy joven a cantar los pasajes y joropos recios que sonaban para ese entonces como: quirpas, pajarillos, chipolas y guacharacas. ¡Siempre  se me ha quedado grabado el canto limpio de la bandola! En 1.910 mi familia se establece en el sitio llamado la enmienda en San Juan de Payara, allí aprendí a arrear, enlazar, ordeñar, colear, torear. Yo no tuve maestro, ni escuela que me enseñara las primeras letras, lo lamento. En esa época no se conocía maestro la gente se criaba arriba de un caballo o un burro. En el año 1.911 mi madre contrata a Pedrito Herrera, uno de los mejores arpistas de la región. El baile comenzó a las seis de la tarde y desde su inicio hasta  que clareo el día, estuve parado detrás del taburete del magistral arpista. En aquella época casi no se tocaba el arpa sino bandola, yo no había escuchado el arpa, por cunaviche no se oía el arpa. Me gusto mucho el sonido de los bordones, pase toda la noche oyendo y viendo como afinaba y tocaba. Cuando termino la fiesta le pedí a mi madre  que me comprara un arpa, ella cambio una novilla por un arpa vieja y sin clavijas yo compre las cuerdas, llamadas catalanas y con la ayuda de mi padre logramos enclavijarla y encuérdala  y me puse a practicar lleno de entusiasmo durante cinco días, tratando de reproducir las melodías que le había escuchado a Pedrito Herrera, que por cierto el luego sería mi padrino de confirmación. Mi madre gratamente sorprendida por el talento de su hijo, organiza otro baile para dar a conocer al joven ejecutante cursando invitación al pueblo para que oyeran tocar a un niño. Se dio el baile entonces  toque distintos golpes: quirpas, pajarillos, San Rafael, ante la mirada incrédula de los asistentes. Desde aquel momento fui muy solicitado para animar reuniones familiares, yo era un muchachito alquilado porque desde aquel baile venían y le decían a mi mama yo quiero que me alquile al muchachito para que toque un baile de esa manera fue corriendo la fama de aquel joven virtuoso. Estuve llevando la música a todos los rincones de mi llano, en el día a caballo, como peón y en la noche con el arpa. Todo formaba parte de mi vida, el trabajo y la música se inspiraba mutuamente, por eso es posible escuchar el galope del caballo en la intensidad de un golpe llanero, así como el ganado es envuelto en la melodía del cabestrero y la vaca se entrega ante el canto del ordeño. Por su parte, los amores en el llano se acercan en el impetuoso ritmo de un baile de joropo.