lunes, 18 de octubre de 2010

Jose "Chelias" Villarroel

Nace en los Millanes, Municipio Adrian, del Edo. Nueva Esparta el 16 de Febrero de 1924. Es llevado al Edo. Zulia por sus padres, regresa a Margarita en 1930. En el mismo año estudia en la escuela de su pueblo natal, la situación económica de la familia determina que a los doce años, Chelias se haga marinero y junto a su padre en la balandra “Esperanza” viaje por los caños del Delta del Orinoco y en innumerables ocasiones a la isla de trinidad. En 1936 abandona el oficio de marino y se perfecciona en el arte de la zapatería y al lado de su abuelo materno, se dedica a la agricultura, en ese periodo empieza a estudiar por su cuenta el arte, la religión, la historia, la poesía, la geografía, y los cantos y la tradiciones margariteñas, especialmente el velorio de cruz y en la literatura universal las  decimas en espinelas. Cuando tenía como doce años, yo escribí mi primera decima se la enseñe a un decimista muy famoso de Carupano, y él me dijo si usted sigue escribiendo así, usted va dar mucho que hacer aquí en Margarita. Me prepare unos tres años primero, como decimista, argumentos, lecciones, trovos, libros. Ya no estaba en la escuela, ya me había retirado de ahí, yo trabajaba zapatería. Tuve hacerlo para mantener a los muchachos, a los hermanitos, a mama, y a papa. que aquella época la alimentación margariteña era muy apegada a la verdura. Un pedazo grande de chaco, con un pancito valía una locha, se comían dos pedazos de chaco y un poco de jugo de tamarindo y estaba listo. El maíz lo train de los caños. Habían barcos de vela aquí cargando, y mujeres desgranando maíz en la calle la Aurora de Juangriego. Ya eso se nos fue se acabo. Eso era bellísimo ¿Dónde está eso? Solo en mi recuerdo por eso digo que esa vivencia contribuyo mucho en mi formación como ser humano y trabajador Luego me inicio en los velorios de cruz, pero ya con tres años de preparación. Cuando yo salgo, que fue en el velorio de los santos viejos, cuando yo me encuentro con esa gente, eso fue una sensación. Yo creo que era una melodía regular y una improvisación tremenda. Me voy preparando por botánica, por ciencia, por zoología, por gramática, por historia, por donde fuera. Me acuerdo que el primero con quien me enfrento es con Alejo Albornoz, era un poeta muy famoso. Entonces, con el transcurso del tiempo, sigo incursionando en los velorios me familiarizo con el conjunto de los hermanos Real. Entro después con el conjunto del gran mandolinista de oriente Cecilio Lunar, comencé cantando con el conjunto de Francisco Mata. En 1980 fundó el conjunto Madreperla…Al recordar a mi Margarita de entonces, me hiere el sentimiento, porque esa paz, esa mansedumbre, esa cordialidad en algunas personas no existe.

Juan Esteban Garcia

Yo oí unos negros cantando. A esos negros, concho, la cara no se les veía, era una música bonita, yo les tenía miedo. Y me metía debajo de la cama pa’ verlos canta sin asustarme, eran los Guarañeros. Lo que más me impresionaba era una mujer grandota bailando, era grandísima. Y después descubrí que eran hombres vestíos de mujer, pero cantaban bonito esa gente. Después de eso yo le cogía el hilo a mi mama, porque no se conocían las cuerdas, cogía una tablita, le hacia un hueco y les ponía las cuerditas, corticas. Mi mama me regañaba ¡Muchacho, me estas botando el hilo! Y yo seguía le pegaba un la lata de sardina atrás, y me pegaba a tocar mi vainita y tocaba eso como cuatro. Porque yo veía la gente tocar y decía ¡Cónchale esta gente toca sabroso! Después me compraron un cuatrico de verdad y yo me puse a tocar, a silbar yo mismo, los valses, los pasajes. Hasta que conocí a Manuel Marcano, que era el que tocaba nuestra bandola. Me oyó, lo acompañe, y él me pregunto que quien me había enseñado. “Nadie yo mismo que me enseñe”. Toco muchas horas, y para el tono que salía con las piezas, ahí estaba yo, acompañándolo, completico. Yo no me pelaba, Entonces me dijo “yo lo voy a enseñar bandola, porque nadie lo enseño a tocar cuatro y está tocando cuatro”. Inclusive el no sabe tocar cuatro… Y toca su bandola. Después conocí al indio Marcano, su hermano ese me cargaba, me llevaba en peso en los pasos de ríos. Me tenía que agarrar, porque yo estaba carajito y no podía con el agua. Me llevaba a tocar a San José de Rio Chico, y yo lo acompañaba. Cuando el dejaba la bandola y se iba por ahí, yo me ponía a practicar con ella. Y oía que la gente decía ¡Cónchale ese muchachito toca mejor que el indio! Después me ajunte con Juan Rebolledo Hernández que le decían El Papaupa de la Bandola de Barlovento. Tuve con el dos años, me quería como un hijo. Juan Rebolledo y yo, por allí por las costas del rio del Guapo, hoy en día le llaman Barro Seco. Yo le saque un pasaje, que se llama Barro Seco. Era el mejor bandolista de Barlovento. Y estaba uno que llamaban el Cante, que tanto le daba a esas maracas como cantaba bueno. Eso lo tengo yo por ahí como recuerdo. Y de ahí me fui agarrando todos los pasajes que tocaban esas gentes, y después que toco lo de ellos, comencé a sacar lo mío. Por ejemplo Los Cantiles, El Barro Seco, después yo tocaba los Yaguazos y un poco de esos golpes. Eso fue como en los años 30 más o menos yo era un carajito como de unos 16 años y ya estaba tocando bandola, la aprendí con un cuatro, porque la bandola era muy grande… Esa bicha no me cabía en la mano.

domingo, 3 de octubre de 2010

Silvino Armas

Toda una leyenda del Joropo Mirandino, Aragüeño y Central; nace en el Sector Las Barrancas de Guatire en el Estado Miranda, en el año 1929. Siendo su Papá, Policarpo Pérez (Arpisto), desarrolla su niñez y adolescencia entre los años 1929 y 1945, época de transición del país bajo los Gobiernos del General Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras y Medina Angarita. En esta época las condiciones de vida eran muy limitadas, el trabajo en las haciendas como peón, en los trapiches de caña, Alfarerías y en los Cementerios. Esta forma de vida y de trabajo le permitieron a Silvino, nutrirse de las vivencias, costumbres y dialectos, que le facilitaron desarrollar ese repertorio de improvisaciones que lo hacía distinguirse en el Canto del Joropo. Silvino Armas llamado también artísticamente El catire de las Barrancas estuvo residenciado en los Valles del Tuy, específicamente en San Miguel de Cúa, Municipio Rafael Urdaneta con lo cual demostró esa gran compenetración con nuestras tierra tuyeras. Tuvo el apoyo incondicional de su padre Policarpo Pérez (Arpisto), de quien se deduce tuvo mucho tacto, constancia y paciencia para querer hacer de su hijo un gran cantador de joropo con un futuro impredecible. Fueron difíciles los momentos artísticos vividos para ambos, pues Silvino debía superar el miedo escénico muy propio de esa época. También se hizo acompañar de la guitarra incursionando en otros géneros musicales tales como el bolero. Logra codearse con Arpistos de la época los cuales le motivaron e impulsaron a continuar en esta difícil tarea, logrando cantar con los grandes arpistos del momento: Policarpo Pérez (Papá), Marcial Arias, Benigno Pereira Cenizales, Gabriel de Cirilo Ruiz, Don Fulgencio Aquino, Jesús María Gutiérrez, Dionisio Bolívar, Juan Martínez entre otros. Silvino era respetado entre los Cantadores, los cuales siempre lo recordaban en cada joropo entre ellos podemos citar a: El Perico de Miranda, El Lorito de Miranda, Brigido Ríos, El Joven Montoya y Panchito Prin. El último CD que grabó es un trabajo conjunto con Antonio Armas, su hijo, quien es uno de los vocalistas de la muy nombrada agrupación Un Solo Pueblo. Muere el 11 de febrero del 2009 a los 79 años de edad, dejándonos un legado de canciones para nuestro disfrute y unos valores de respeto, amistad y compañerismo bien definidos y que debemos seguir para mantener en alto el trabajo hecho por este insigne cantor.
Por: Jesús E. Castro P.